viernes, 12 de febrero de 2016

La diócesis de Helsinki advierte a los obispos luteranos que no pueden comulgar en una Misa católica.


Ante la participación, y posible comunión, de Samuel Salmi, obispo luterano de Oulu, Finlandia, en una misa católica celebrada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, tras ser recibido por el papa Francisco, el director del Centro de Información de la diócesis de Helsinki ha emitido un comunicado en el que recuerda que solo los católicos en estado de gracia pueden recibir el sacramento católico de la Eucaristía.
(InfoCatólica) Comunicado de la diócesis de Helsinki:
La Eucaristía en la Iglesia católica no ha cambiado
Una información de la agencia de noticias Kotimaa 24 (19 de enero de 2016) afirma que Samuel Salmi [obispo luterano de Oulu, Finlandia] participó en una misa católica celebrada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. La noticia, sin embargo, está redactada de tal forma que podrían surgir malentendidos. Mi objetivo es aclarar algunas cuestiones relativas a la recepción de la Eucaristía en la Iglesia Católica.
1. Sólo los miembros de la Iglesia Católica en estado de gracia pueden recibir el sacramento católico de la Eucaristía o sagrada Comunión. Hay algunas excepciones muy particulares a esta regla, pero, en cualquier caso, para recibir la Eucaristía se debe aceptar la doctrina católica sobre la misma y cumplir las condiciones necesarias para ello (por ejemplo, vivir en una relación que no sea un verdadero matrimonio sacramental cristiano es un obstáculo).
2. En la actualidad, en algunos países, principalmente en el norte de Europa, la costumbre es recibir una bendición del sacerdote durante la Misa en el momento de la Comunión. Este signo se hace generalmente colocando la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Esta práctica no es muy conocida en otros lugares. Por lo tanto, es aconsejable que uno se quede en su lugar durante la Comunión, si no sabe si el ministro de la Comunión está familiarizado con esta práctica. Si se ofrece la Comunión, es debido a la ignorancia del ministro de la Comunión y se puede rechazar cortésmente esa oferta.
3. Contrariamente a las especulaciones de Samuel Salmi, no se puede concluir que el Vaticano tiene una «nueva actitud ecuménica», basada en la ocurrencia de un error que se produjo en la distribución de la Comunión. La doctrina y la práctica de la Iglesia Católica con respecto a quiénes pueden recibir la sagrada Comunión no han cambiado en los últimos años o décadas. Si cambiara, no sería «en la práctica», sino a través de una alteración de la ley de la Iglesia y de las enseñanzas relativas a los sacramentos de la Iglesia Católica.
4. La noticia también menciona que, durante la visita ecuménica a Roma, los obispos de Helsinki, Teemu Sippo SCJ (católico), Ambrosius (ortodoxo) e Irja Askola (luterano), habían «celebrado» una «Misa ecuménica» juntos en la fiesta de San Enrique (de Uppsala). Esto no es así. En años alternos, hay una misa católica en la que participan representantes de otras iglesias con espíritu ecuménico, por ejemplo predicando. Los otros años, lo que se celebra es la Cena del Señor luterana, en la que predican un obispo o un sacerdote católicos. La celebración, por lo tanto, siempre sigue la tradición y la práctica de la iglesia correspondiente. Es de destacar que incluso en estas misas se respeta el doloroso hecho de que no hay Comunión entre las iglesias.
5. «La nueva forma de pensar» de Francisco que se menciona en el artículo no es un signo de que la Iglesia Católica vaya a cambiar su práctica con respecto a la distribución de la Sagrada Eucaristía. Por el contrario, para nosotros los católicos, es una señal de que también nosotros debemos examinar más detenidamente nuestras conciencias a la luz de la enseñanza de la Iglesia y, a continuación, discernir con sinceridad si reunimos en ese momento los requisitos para recibir la sagrada Comunión.
En conclusión, debo añadir que para los católicos la Eucaristía es «fuente y cumbre» de nuestra vida cristiana. Es, por así decirlo, nuestro credo. Nos preparamos cuidadosamente para recibir la Comunión y confesamos nuestros pecados graves y ayunamos (aunque por poco tiempo) antes de recibirla. Ajustamos nuestras vidas para poder recibir la Comunión dignamente, sabiendo que «Por lo tanto el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre del Señor» (1Co 11,27).
A pesar de lo anteriormente dicho, no todas las personas que reparten la Comunión conocen cada punto de la enseñanza y la práctica de la Iglesia y es posible que se cometan errores. El intento de crear comunión (entre las iglesias) basándose en la propia autoridad, en cualquier caso, dificulta aún más los auténticos esfuerzos de las iglesias para acercarse más. Por lo tanto, sería bueno respetar el enfoque de cada iglesia en este asunto.


Marko Tervaportti

Director del Centro de Información Católica.
29/01/16 

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