lunes, 25 de septiembre de 2017

Cincuenta años de la encíclica “Populorum Progressio”

Por María Teresa Rearte
  "El texto de Pablo VI es el mensaje social más contundente del Magisterio social en el siglo XX". 

 Introducción

      Al pontificado de Juan XXIII le sucedió en la sede de Roma el de Pablo VI, a quien pertenece la encíclica Populorun Progressio (26-03-1967). Sobre la cual supo pronunciarse Benedicto XVI al decir que “la Populorum Progressio merece ser considerada como la Rerum Novarum de la época contemporánea.” De este modo  significaba que la encíclica de Pablo VI estaba en línea, como él mismo lo dice,  con la enseñanza social de sus predecesores, que fueron conscientes del “deber que tenían de proyectar sobre las cuestiones sociales de su tiempo la luz del Evangelio.” (PP, 2)
       El texto de Pablo VI es el mensaje social más contundente del Magisterio social en el siglo XX. Sobre todo si se tiene en cuenta la repercusión que alcanzó en la comunidad internacional, similar a la que tiene hoy la encíclica Laudato Si del Papa Francisco.
        En la primera parte define el objetivo de la vida social: el desarrollo integral del hombre. Parte de una descripción de la cuestión social, para luego situarla en el contexto de los pueblos del mundo. Algunos de esos pueblos, en  particular en África, habían logrado su independencia en la década del 60. Por lo que afirma que éstos “sienten la necesidad de añadir a esta libertad política un crecimiento autónomo y digno, social no menos que económico, a fin de asegurar a sus ciudadanos su pleno desarrollo humano…” (PP.n 6)

La adhesión de los Obispos de Bélgica

         Los Obispos belgas han sido este año y como cuerpo episcopal los primeros, y quizás los únicos, en destacar los 50 años de la publicación de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI, por medio de un documento titulado Populorum Communio, la Comunión de los Pueblos, en el que recuerdan que cuando se publicó la Populorum Progressio se estaba llevando a cabo el proceso de descolonización de algunos territorios, como por ejemplo en Asia y África. En ese sentido mencionan al Congo, que originalmente fue propiedad del rey Leopoldo II de Bélgica, que se independizó en 1960, destacándose el liderazgo de Patrice Lumumba.
          La inquietud que se advierte en Populorum Communio refleja la tradición de la Iglesia belga, consciente de la problemática de los llamados países del tercer mundo. Como expresión de esa sensibilidad y preocupación crítica, se puede mencionar a la Universidad Católica de Lovaina, en la que abrevaron entre otros algunos hombres, cuya trayectoria aunque disímil la de unos y otros, nos es conocida. Así se registran los nombres de Camilo Torres, Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo y el Cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez, colaborador cercano del Obispo mártir Oscar Romero, que fuera proclamado Beato por el Papa Francisco, etc.
          A la vez desde esa Universidad se irradiaron sus lineamientos hacia América Latina, dejándose traslucir en el pensamiento social cristiano por varias décadas, siguiendo la clásica metodología de ver – juzgar –actuar, desde Medellín en adelante. Y muestra la sensibilidad de las comunidades cristianas belgas hacia las condiciones de vida de los pueblos del hemisferio sur, y en particular hacia los más pobres.
         De ese modo entroncan con la concepción del desarrollo de Pablo VI. Y más adelante con la perspectiva de la misericordia planetaria y la propuesta del cuidado de la casa común del Papa Francisco.

Más aportes de la encíclica Populorum Progressio

         Retomando lo propio de la encíclica Populorum Progressio ésta hace un discernimiento crítico sobre lo actuado por los países colonialistas que, mirando sólo su propio interés, dejaron atrás estructuras económicas vulnerables. Señala también cómo “los pueblos ricos gozan de un rápido crecimiento, mientras que los pobres se desarrollan lentamente.”(PP n9)
         En esos pueblos dice Pablo VI “una oligarquía goza de una civilización refinada”, mientras que “el resto de la población, pobre y dispersa, está privada de casi todas las posibilidades de iniciativa personal y de responsabilidad, y aún muchas veces incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana.” (PP n10)
        En la exposición de su pensamiento el Papa Pablo VI tiene en cuenta  sus dos viajes, antes de ser elevado al Sumo Pontificado,  uno a América Latina en 1960, y otro  a  África en 1962, que lo pusieron “en contacto inmediato con los lastimosos problemas que afligen a continentes llenos de vida y esperanza.” (PP n4)
        Señala también con palmaria claridad Pablo VI que “el desarrollo integral no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre.”(PP n14) Y citando a L.J.Lebret O.P. afirma: “nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano. (…) Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera.” (PP n14)

 Retos de la sociedad actual

      La sociedad  refleja el progreso en distintos ámbitos. Pero no todos los hombres se benefician con él. El mundo moderno se caracteriza por la autonomía de las actividades humanas, la que obedece a su propia lógica interna, sin que ninguna razón superior la regule. Las nuevas tecnologías, aún en áreas sensibles, son ajenas e indiferentes con relación a las consecuencias que puedan provocar. La marcha de la economía no es la excepción. Se moviliza dominada por la lógica de la rentabilidad, cuyos excedentes migran hacia la especulación financiera. Y se generan evidentes y enormes desigualdades. De modo que la espiral de la exclusión se agranda.
      En el orden político la democracia significa una superación con relación a los regímenes dictatoriales que bien conocemos. Pero hay que ver hasta qué punto la fachada democrática no disimula otro tipo de dictaduras, que provienen de oligarquías ocultas que mueven los hilos del poder. Por lo que hay que preguntar: “¿quién no ve los peligros que hay en ello, de reacciones populares violentas, (…), de deslizamiento hacia las ideologías totalitarias?” (PP n11)
       La Populorum Progressio propone la solidaridad. No obstante reconoce que no puede darse si no se respeta la justicia. E incluso lo plantea a nivel mundial. “Lo que era verdadero, dice, acerca del justo salario individual, lo es también respecto a los contratos internacionales: una economía de intercambio no puede seguir descansando sólo sobre la ley de la libre concurrencia, que engendra también demasiado a menudo una dictadura económica.” (PP n20)
       “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, afirma Pablo VI.

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