sábado, 13 de abril de 2019

La era del subjetivismo

por Alonso Gracián.

1ª.- Los orígenes.— La doctrina de los nominalistas, encabezados por Ockham, rompió la armonía entre la fe y la razón y desmontó la mente occidental, deconstruyendo sus principios.

 De las cenizas de esta deconstrucción surgió una nueva era, la era del subjetivismo. En ella se levantaron dos grandes movimientos disolventes, el protestantismo y el humanismo. De la interconexión de ambos emerge la Modernidad.
 
2ª.- El espíritu del subjetivismo se impone mediante revoluciones; es titánico; se gasta en la Civilización del Hombre, pero resurge siempre; cuantificador de sus propias valoraciones, las sistematiza en valores; postula la acción, a la que subordina el ser. Se realiza mediante el principio de independencia, por el cual la criatura pretende autodeterminarse.
 
3ª.- El espíritu del subjetivismo se opone, por su propia esencia, al espíritu del cristianismo. Éste se basa en realidades naturales y sobrenaturales. Aquél, en la sola voluntad subjetiva. Recientemente, en esta sub-era de la posmodernidad, el subjetivismo instrumentaliza la religión católica mediante un espiritualismo existencialista de corte kantiano.
 
4ª.- Esta instrumentalización del catolicismo por parte del espíritu del subjetivismo, esto es, de la Modernidad, se lleva a cabo mediante:

    I) La hibridación de lo natural y lo sobrenatural a través del Método de Inmanencia (Blondel, De Lubac)

    II) La filosofía de la acción, que hace depender al ser del acto autodeterminante (Wojtyla) o autoposesivo (Guardini) o de autodefinición (Frankl).

    III) La escisión del individuo y la persona en un mismo sujeto personal, social o jurídico, a través del liberalismo de tercer grado y sus formas suaves de laicidad (Maritain) y de comunitarismo (Mounier).

    IV) La sustitución del concepto de ley por el de norma, y del de pena por el de sanción.

    V) La devaluación del conocimiento real u objetivo (Marcel, Heidegger), puesta entre paréntesis de los saberes heredados (Husserl), misteriosismo eclesiológico (De Lubac) o intimista (Marcel).

    VI) La introducción de falsas dicotomías: el ser contra Dios (Heidegger), la ley universal contra el ethos individual (Kierkegaard, Rahner); la metafísica contra la espiritualidad (Marcel), contra la subjetividad (Wojtyla), contra la axiología (Guardini), contra la espontaneidad del espíritu (Mounier), contra el misterio de Cristo y de la Iglesia (De Lubac), contra los valores vitales (Scheler)  contra la apertura al mundo moderno y al hombre (Rahner); contra la belleza (Von Balthasar); contra la conciencia “transcendental"(Husserl).

 5ª.- La aversión a la realeza social de Cristo.— En el contexto humanista actual, es el reverso de la conversión a la persona. Los santos, en los templos, han sido sustituidos por valores humanos. Ha dejado de contemplarse la gloria de Dios en sus santos, para «imaginarla» en el cuerpo, en los atributos de la persona preadámica (de antes de la Caída), en los derechos humanos. La glorificación de la dignidad humana sustituye a la glorificación de Dios en sus santos, por lo que la dignidad moral queda reemplazada por la ontológica preadámica. La vida es contrapuesta al ser, como hace Scheler, y el ser es contrapuesto a Dios, como hace Heidegger. La vida personal en busca de sentido, como diría Frankl, se absolutiza. Hasta el cuerpo queda absolutizado y convertido en medio de elevación sobrenatural, mientras el alma se devalúa como alma.

No congenia este engrandecimiento de la causa segunda ni con el principio de subordinación aristotélico-tomista, ni con la realeza de Cristo Rey. Simpatiza mucho más con el tercer grado de liberalismo y con las democracias individualistas de hoy.
 
6ª.- Fe contra razón.— Se asegura que nuestro Dios es de vivos y no de muertos para dar un supuesto sabor bíblico al desmantelamiento de la metafísica y de la tradición en cuanto traditio (entrega) y no en cuanto creatividad afectiva o vida axiológica (Scheler) o acción inmanente postuladora de lo sobrenatural (Blondel). La influencia de Scheler y Heidegger no es en vano: el Dios bíblico (¿la Tradición no cuenta como fuente?) es contrapuesto al ser, y la axiología fenomenológica preferida a la metafísica. Las consecuencias son nefastas para toda disciplina de raigambre teorética, sea el derecho natural, la doctrina política, o el mismo derecho penal.

7ª.- La verdad polifónica de Von Balthasar, el poliedrismo epistemológico, la alergia a los saberes ciertos y objetivos, caracterizan la nueva teoría del conocimiento. La verdad no se ve clara en el caleidoscopio del subjetivismo. Se prefiere una epistemología de muchos lados, que simpatice con perspectivismos, con formas cognitivas de muchos ángulos, con diversos instrumentos de interpretación y multiformes armonías. Para que la verdad quede pulverizada y se acomode a un medio ambiguo de expresión, en que puede significar una cosa pero también la contraria, se descompone la certeza en confianzas subjetivas.

8ª.- En manos del subjetivismo, la fe católica es una forma eufemística de la teología, como decía Maeztu de la teoría de los valores en su Defensa de la Hispanidad. La Modernidad, como era del subjetivismo, sea racionalista o irracionalista (Posmodernidad) pretende convertir a Cristo en principio de bienestar universal, para quitarle sal y espada a su doctrina.

Depende de los católicos recuperar el sano realismo, la sana objetividad, la recta armonía entre la fe y la razón; la justa consideración de la ley y de la pena; la debida concepción de lo justo por naturaleza, o sea del derecho natural; y de lo justo por sobrenaturaleza, o sea la doctrina de la justificación; la equilibrada y sana metafísica tradicional; el vivo sentido de la fe, sin interferencias ideológicas; la temperada y clásica doctrina de la realeza social de Cristo, con sus implicaciones sociales y políticas.

Recuperar, en definitiva, la integridad de la fe católica y del pensamiento clásico y tradicional.
  
InfoCatólica. Blog:  La mirada en perspectiva. 13.4.19

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