“Una fe que no da fruto en las obras no es fe”. Es la afirmación con la cual el Papa Francisco comenzó la homilía de la Misa presidida esta mañana en la Domus Santa Marta. El Papa ofreció la misa por los 90 años del cardenal Silvano Piovanelli, arzobispo emérito de Florencia, dándoles las gracias “por su trabajo, su testimonio y su bondad”.
El mundo está lleno de cristianos que recitan mucho las palabras del Credo y las ponen muy poco en práctica. O de eruditos que encasillan la teología en una serie de posibilidades, sin que esta sabiduría tenga después se refleje concretamente en la vida. Es un riesgo que hace dos mil años Santiago ya había señalado y que el Papa Francisco retoma en la homilía, comentando el pasaje en el que el Apóstol habla en su carta. “Su afirmación – observa – es clara: la fe sin fruto en la vida, una fe que no da fruto en las obras, no es fe”.“También nosotros nos equivocamos muchas veces en esto: ‘Si yo tengo mucha fe’, oímos decir. ‘Yo creo todo, todo…’. Y quizás esta persona que dice eso tiene una vida tibia, débil. Su fe es como una teoría, pero no está viva en su vida. El Apóstol Santiago, cuando habla de fe, habla precisamente de la doctrina, de lo que está contenido en la fe. Pero vosotros podéis conocer todos los mandamientos, todas las profecías, todas las verdades de la fe, pero si esto no va a la práctica, no va a las obras, no sirve. Podemos recitar el Credo teóricamente, también sin fe, y hay muchas personas que lo hacen así. ¡También los demonios! Los demonios saben muy bien lo que se dice en el Credo y saben que es Verdad”.
Las palabras del Papa Francisco recuerdan la aserción de Santiago: “¿Tu crees que hay sólo un Dios? Haces bien; también los demonios lo creen y tiemblan”. La diferencia, añade el Papa, es que los demonios “no tienen fe”, porque “tener fe no es tener un conocimiento”, sino “recibir el mensaje de Dios” traído por Cristo. En el Evangelio – prosigue Papa Francisco – se encuentran dos signos reveladores de quien “sabe lo que hay que creer pero no tiene fe”. El primer signo es la “casuística”, representado por aquellos que preguntaban a Jesús si era lícito pagar impuestos o cuál de los siete hermanos del marido habría debido casarse con su viuda. El segundo signo es “la ideología”.
“Los cristianos que piensan la fe como un sistema de ideas, ideológico: también estaban en tiempos de Jesús. El Apóstol Juan dice de ellos que son el anticristo, los ideólogos de la fe, sean del signo que sean. En ese tiempo estaban los gnósticos, pero habrá tantos… Y así, los que caen en la casuística o en la ideología son cristianos que conocen la doctrina pero sin fe, como los demonios. Con la diferencia de que aquellos tiemblan, estos no: viven tranquilos”.
Al contrario, recuerda el Papa Francisco, en el Evangelio son también ejemplos de “personas que no conocen la doctrina pero tienen mucha fe”. El Papa Francisco cita el episodio de la Cananea, que con su fe arranca la curación de su hija víctima de una posesión, y la Samaritana que abre su corazón porque – dice el Papa “ha encontrado no verdades abstractas”, sino “a Jesucristo”. Y también, el ciego curado por Jesús y que por esto es interrogado por fariseos y doctores de la ley hasta que se arrodilla con sencillez y adora a quien lo ha curado. Tres personas, es la consideración final del Papa, que demuestran que fe y testimonio son indisolubles.
“La fe lleva siempre al testimonio. La fe es un encuentro con Jesucristo, con Dios, y de allí nace y te lleva al testimonio. Y esto que el Apóstol quiere decir: una de sin obras, una fe que no te implique, que no te lleve al testimonio, no es fe. Solo palabras y nada más que palabras”.
Artículo publicado en italiano en Radio Vaticano.
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