El arzobispo de La Plata y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, monseñor Héctor Aguer, consideró que “para acercarse cristianamente a la Biblia hay que tener en cuenta que esos libros constituyen una unidad. También pidió tener en cuenta, al leer la Biblia, que lo que “tratamos de buscar en ella es a Cristo.
El arzobispo de La Plata y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, monseñor Héctor Aguer, explicó que septiembre es conocido en la Iglesia Católica como el Mes de la Biblia, porque el 30 se celebra la fiesta litúrgica de San Jerónimo, quien “vivió entre los años 340 y 420, orientó la mayor parte de su trabajo personal, como intelectual que era y como sacerdote, al estudio de la Sagrada Escritura”.
“El Papa Dámaso, del cual fue secretario, le encargó una versión latina de la Sagrada Escritura que, como ustedes saben, está escrita originalmente en hebreo y en griego. San Jerónimo realizó esa traducción latina que ha pasado a la historia con el nombre de Biblia Vulgata.
Por eso la Iglesia venera a San Jerónimo y nos lo propone como patrono en la lectura y en el amor a la Sagrada Escritura”, precisó en su alocución televisiva semanal.
El prelado indicó que hay dos traducciones hechas en nuestro país: la llamada “El Libro del Pueblo de Dios”, debida principalmente al trabajo de un sacerdote platense, monseñor Armando Levoratti, y la que elaboró en La Plata, monseñor Juan Straubinger, “un sacerdote alemán que, él solo, tradujo la Biblia entera, con abundantes notas explicativas muy útiles para una lectura espiritual”, destacó.
También señaló que “la Sagrada Escritura es como una carta que Dios nos ha dirigido” y afirmó que nos encontramos “en los libros bíblicos con un despliegue literario y cultural admirable.
Desde el punto de vista literario, artístico, podríamos decir que no hay libro en toda la historia de la humanidad que tenga la belleza y la variedad de la Biblia”.
Además dijo que para los cristianos “tiene un valor superior porque allí encontramos la Palabra de Dios. Por eso en este mes de septiembre la Iglesia quiere exhortarnos a que hagamos de la lectura bíblica la fuente de nuestra oración, de nuestra meditación, de nuestra reflexión, de nuestro crecimiento en la fe”.
Monseñor Aguer estimó que “para acercarse cristianamente a la Biblia hay que tener en cuenta que esos libros constituyen una unidad.
El Antiguo y el Nuevo Testamento están íntimamente vinculados entre sí. San Agustín decía que en el Antiguo Testamento el Nuevo está latente, y en el Nuevo el Antiguo se hace patente”, y pidió tener en cuenta, al leer la Biblia, “que lo que tratamos de buscar en ella es a Cristo. Siempre buscamos a Cristo: en el Antiguo Testamento porque es una gran profecía de Cristo y en el Nuevo porque es expresión, testimonio de Cristo, de su vida, de su muerte y resurrección, de su enseñanza. Allí tenemos entonces la fuente de la más auténtica espiritualidad cristiana”.
“Existen muchos comentarios de la Biblia. Con los comentarios exegéticos, obras que ofrecen explicaciones científicas desde el punto de vista lingüístico, histórico, cultural, etc.; pero lo que nos importa es leerla con el espíritu con que fue compuesta. Es decir invocando al Espíritu Santo para que nos ayude a hacer fructuosa esa lectura y ayudándonos, sobre todo de las notas que ilustran el texto en las ediciones católicas con comentarios doctrinales y espirituales que proceden de la tradición de la Iglesia y especialmente de los Santos Padres”, concluyó.+
Fuente: AICA (25/9/2012)
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