sábado, 19 de abril de 2014

Sobre la Pascua y las mujeres, Sermón de San Bernardo.


1. ¿Qué significa el gesto de esas tres piadosas mujeres que, al morir Jesús, compraron aromas para embalsamar el cuerpo que reposaba en el sepulcro? ¿Qué ejemplo nos proponen a imitar? Porque, como afirma San Gregorio, lo que ellas hacen es signo de otra cosa a realizarse en la santa Iglesia.
Así pues, cuando veamos a Cristo muerto, esto es, cuando sintamos que la fe en Cristo está muerta en el corazón de un hermano, apresurémonos a comprar aromas y ungir a ese muerto. Esas tres mujeres simbolizan tres facultades nuestras, capaces de adquirir sus propios ungüentos. ¿Cuáles son? El alma, la mano y la lengua.
Todo comprador da y recibe algo: pierde lo que da para poseer lo que recibe. Aquí, el alma da la moneda de la propia voluntad y adquiere el sentimiento de la compasión, el celo de la justicia y el discernimiento para aconsejar. La mano, por su parte, ofrece la obediencia y compra la continencia carnal, la paciencia en la tribulación y la perseverancia en el obrar. Y finalmente, la lengua presenta la moneda de la confesión y recibe la mesura en el corregir, la facilidad para exhortar y la eficacia para persuadir.

2. Preparados ya estos aromas, se acercan juntas al monumento y se preguntan: ¿Quién nos correrá la losa de la entrada del sepulcro? Esta losa puede ser la tristeza excesiva, la pereza o la dureza; mientras obstruye el acceso del corazón, impide que el alma, la mano y la lengua puedan embalsamar el cadáver. Pero la Escritura dice: Tu oído sintió la buena disposición de su corazón. Y las tres observan que la piedra está removida, entran en el sepulcro y oyen que ha resucitado ese muerto que querían ungir. ¿Quién les indica y les dice eso? Un ángel, testigo de la resurrección. Cuando Cristo resucita en una persona, su rostro es más radiante, su aspecto más sereno, su palabra más delicada, su porte más modesto y su espíritu mucho más dispuesto para cualquier obra buena. ¿No es todo esto un radiante mensajero de la resurrección interior?
Los demás acontecimientos y palabras sobre la resurrección de Cristo -como el sudario que encontraron o la promesa que le verían en Galilea- y otros detalles del texto evangélico, pueden ser interpretados también en este sentido tropológico. Pues lo que ocurrió históricamente en la Cabeza, debemos creer que también se realiza moralmente en su cuerpo.


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