domingo, 29 de marzo de 2015

“El dilema del cristiano: la exaltación de Barrabás o el seguimiento del crucificado”


P. Ricardo B. Mazza
En la primera oración de esta misa encontramos la clave de lo que celebraremos en estos días de semana santa.
Pedíamos a Dios que nos había mostrado el ejemplo de humildad de Jesús que se encarnó y murió en la cruz, que recibamos esa enseñanza de su pasión para que imitándolo, podamos participar de la gloria de su resurrección.
La liturgia nos lleva por lo tanto a contemplar en el sacrificio del Redentor, su humildad.
Esa humildad se vislumbró, -nos dice san Pablo (Fil. 2, 6-11) en la segunda lectura de esta liturgia- en el anonadamiento de sí mismo. El Hijo de Dios no consideró que debía guardar o resaltar su condición divina, sino que se humilló tomando la naturaleza humana en el seno de María, ingresó a nuestra historia y, tomando la condición de servidor, asimilándose en todo al hombre menos en el pecado, se presentó a la muerte de cruz por obediencia.
Por este ejemplo, el Señor nos invita a hacer lo mismo en nuestra vida de cada día, es decir, ser servidores de Dios y de todos.
Esta enseñanza con su mensaje concreto adquiere mayor relevancia en nuestros días, ya que asistimos cada día a que el mundo, la cultura y las costumbres, exaltan todo lo contrario a lo que Cristo nos enseña con su ejemplo y predica con su vida.
En efecto, en la actualidad, el hombre se empeña en ser igual, incluso mayor, que el mismo Dios en el orden político, económico, social e intelectual. En todos los ámbitos que implican poder, el ser humano se muestra con frecuencia indiferente ante el dolor o necesidad de su hermano, si esto fuera necesario para que prevalezcan sus propias apetencias de grandeza. No ha tomado para sí el ejemplo del Maestro.
La lucha por el poder en todos los ámbitos se hace cada vez más visible y penosa, para aquellos que han de soportarla sin conseguir cambiar una sociedad indiferente a lo que el Señor espera de ella.
Jesús en su Pasión nos señala dos caminos por los que pasan la salvación íntegra del hombre, el de la humildad y el del servicio.
Hemos de suplicar mucho en estos días para alcanzar el espíritu de Jesús, porque la tentación de querer seguir los dictados del mundo y prescindir de Cristo es muy grande.
De hecho la posibilidad de seguir el camino equivocado se manifiesta en la tentación de la sociedad influenciada por el poder y cómplice del mismo, de clamar pidiendo la libertad de Barrabás y la crucifixión de Cristo.
En efecto, la comodidad e insensibilidad de la sociedad, permiten que los delincuentes, los violadores, los que oprimen los pueblos, los que se enriquecen con el dolor de otros, los que viven pensando en realizar el mal, sean dejados en libertad. Mientras tanto, reclaman con ahínco la crucifixión de los niños por nacer, de los pequeños que jamás crecerán por falta de alimento, de los que no poseen los medios necesarios para subsistir porque no se crean fuentes de trabajo, de los que por ser honestos no prosperan nunca en la vida, de los que buscan hacer el bien y jamás son tenidos en cuenta. En ellos y muchos más, Jesús es de nuevo crucificado.
La elección de Barrabás, tan común en nuestros días, rechazando a Cristo, es la paradoja constante que observamos aún entre los creyentes (Mc. 14, 1-15,47).
El mundo prefiere a Barrabás, nada quiere saber con el Salvador del mundo, sino que se reclama con odio visceral ¡Crucifícalo!.
¡Pero es que no han hecho nada malo ni Él ni los crucificados con Él! -diría hoy Pilato.
No importa, será la respuesta, ni el Crucificado ni los crucificados con Él entran en la política del mundo sometido al príncipe infernal.
Todos los débiles de este mundo asimilados al siervo sufriente molestan, ellos están de más en las sociedades opulentas de nuestro tiempo, en las que sólo interesa el exitismo, el disfrute y la pretensión de liberarse de toda forma de dolor, sufrimiento y debilidad.
Es por eso que siguiendo este esquema de la exaltación del más fuerte, aunque sea delincuente, se multiplican sin cesar los nuevos Judas que por treinta monedas, y por menos también, no dudan en sacrificar a Cristo y a sus hermanos en el altar del progresismo.
Ante esta actitud ya dio Jesús su veredicto en el pasado: “¡Hay de aquél por quien el Hijo del hombre será entregado, más le valdría no haber nacido!”.
Palabras éstas que no sólo involucran al que vendió a Jesús, sino a todos los que en el transcurso del tiempo por los negocios y el lucro sangriento, no dudan en entregar a sus hermanos al exterminio. Pienso en el negocio de las drogas, de la pornografía, de la prostitución, de la anticoncepción y el aborto y, de tantas otras calamidades, que exaltando a Barrabás son también Judas.
La historia de la Pasión nos deja a nosotros muchas vetas para meditar, para reflexionar, para encontrar aplicaciones concretas y siempre actuales en nuestra vida cotidiana.
Para descartar esta asimilación a tanto mal, hemos de rescatar lo que nos dice la Palabra de Dios en el sentido que Jesús el Hijo de Dios se humilló tomando la condición de servidor.
Por este camino del servicio a los demás como lo hizo Cristo, no nos equivocaremos, aunque parezca que nos asimilamos al fracaso del crucificado.
Pablo nos señala la meta que alcanzaremos en el seguimiento de Jesús, participando con Él de su victoria: “Dios lo exaltó, y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos”, reconociendo así su eternal señorío sobre todo lo creado.
Queridos hermanos continuemos profundizando en el misterio de la Pasión, para que convencidos de la necesaria imitación del siervo sufriente, lleguemos a la gloria de la Resurrección, fruto de salvación que Dios quiere otorgarnos.
Confiados en la fuerza de la gracia transformante que viene de Dios, contemplaremos en estos días cómo el grano de trigo, Cristo, muriendo en la tierra, en la cruz, dará muchos frutos. Nosotros también unidos a Él podremos ser fructíferos en nuestra entrega.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Ciclo “B”. 01 de Abril de 2012. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario