miércoles, 18 de septiembre de 2019

El P. Maurizio Chiodi tiene razón

por Luis Fernando Pérez Bustamante
Muchos son los que se han mostrado escandalizados por los cambios que el papa Francisco y Mons. Vicenzo Paglia están imponiendo en el Pontificio instituto Juan Pablo II.
 
Recordemos lo que dijo recientemente Stanisław Grygiel, filósofo, moralista y antropólogo, así como gran amigo de San Juan Pablo II: «el Papa disolvió el trabajo de San Juan Pablo II con una sola frase y con la siguiente creó su propio Instituto»

La situación se describe fácilmente. Echan a Mons. Livio Melina y al P. José Noriega, que defienden el magisterio del papa polaco -o sea, el de la Iglesia de siempre- para sustituirlos por los que defienden la “Iglesia” del nuevo paradigma, basada en los textos pretendidamanete magisteriales de Francisco, caso del P. Mauricio Chiodi.

Entre los que se han pronunciado sobre lo que está sucediendo quiero fijarme en dos sacerdotes españoles que, al menos por ahora, tienen un papel destacado en dicho instituto. El P. Juan Pérez-Soba, profesor, y el P. José Granados, vicepresidente.

Dijo el P. Granados hace un par de semanas:

    «Circulan luego rumores de que vendrá a enseñar el profesor Maurizio Chiodi, quien se abre a la licitud de la contracepción y acepta como “bien posible” en algunas situaciones los actos homosexuales. Si se promoviera a nuevos profesores estables en la misma línea (sin seguir los procedimientos normales, alegando una “urgencia” para la que no se dan motivos”) se crearía una tensión grande dentro del Instituto. Con los poderes que ahora tiene el Gran canciller, y las intenciones que revela al prescindir de Melina y Noriega, será cuestión de tiempo el reemplazo del cuerpo docente con otro ajeno a la visión de san Juan Pablo II. Pues para el gran Papa polaco en el centro estaba siempre la fidelidad de la Iglesia a la carne de Cristo, que asume en sí el proyecto del Creador, y de este modo puede curar y sanar las heridas y fragilidades del hombre».

Pues bien, ya no son rumores sino hechos.

Dijo el P. Pérez-Soba

    ….Eliminar la pastoral familiar es una carencia muy grave, contraria a lo que dice el Papa en el motu proprio Summa familiae cura. Se refunda el Instituto para ser más fieles a Amoris Laetitia, ¡y se reduce la pastoral familiar, que es clave en Amoris Laetitia! Espero que sea un error por la precipitación con que se han hecho las cosas. Es necesaria una pronta rectificación, si no se quiere que esta nueva licencia tenga esta extrema pobreza.

    ¿Cómo ha acogido el Instituto la enseñanza de Amoris Laetitia?
    El instituto ha desarrollado las intuiciones del Papa desde las claves de acompañamiento, integración y discernimiento. Frente a muchos que han visto una ruptura, hemos leído el magisterio en la necesaria continuidad eclesial. Sin esta continuidad es imposible hacer ninguna reforma. Fíjese: somos la única institución académica que ha hecho y enseñado un comentario a las Catequesis del Papa Francisco sobre la familia. ¿No será que a mucha gente le interesan solo los cambios sociológicos, pero le interesa poco dar vida a las familias?

Como ven ustedes, la clave está en Amoris Laetitia. Se refundó el instituto para adecuarlo a esa exhortación post-sinodal, y algunos han estado intentando la cuadratura del círculo. Es decir, amoldar Amoris Laetitia al magisterio previo. Pues miren, lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.

Guste más o guste menos, lo cierto es que la interpretación que da el P. Mauricio Chiodi sobre Amoris Laetitia es la única posible. Es más, es la única que admite el propio papa Francisco.

Además, no hace falta ser doctor en teología moral para darse cuenta de la verdad. Basta leer el capítulo VII de Amoris Laetitia. De hecho, basta leer el punto 301, donde se escribe esto:

    Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

El contexto es el de los divorciados vueltos a casar. Es decir, lo que Amoris Laetitia sostiene es que aunque alguien conozca bien las palabras de Cristo sobre los divorciados vueltos a casar, a los que llama adúlteros, puede llegar a mantenerse en la situación de adulterio sin culpa alguna.

Ahora bien, si eso vale para el pecado de adulterio, ¿por qué no ha de valer exactamente igual para el resto de “situaciones irregulares"? ¿por qué no para los que viven con parejas del mismo sexo? ¿por qué no para los que viven sin casarse? Aun más, ¿por qué solo para lo que tenga que ver con el pecado contra el sexto mandamiento de la ley de Dios? ¿por qué no para el resto de mandamientos?

Por tanto, a pesar de lo que el P. Pérez-Soba pretende, con toda la buena intención del mundo, la realidad es que el P. Chiodi es quien mejor representa las tesis del papa Francisco. Lleva Amoris Laetitia a sus lógicas consecuencias en material de moral sexual. Y otros vendrán que hagan lo mismo con el resto de la moral católica.

La realidad, estimados hermanos en el Señor, es que la única manera que existe defender la fe y la moral de la Iglesia, la memoria del autor de Veritatis Splendor, la Escritura y la Tradición, es llamar a las cosas por su nombre: Amoris Laetitia es contraria a la fe católica. Por tanto, el papa Francisco no solo no nos confirma en la fe católica a los católicos sino que confunde a muchos, sobre todo a los poco formados.

¿Qué consecuencias tiene tal realidad? Pues sinceramente, no lo sé. Pero lo que es, es.

Cristo, ven pronto

Luis Fernando Pérez Bustamante

InfoCatólica.   el 17.09.19 a las 10:16 AM

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