1.Ante todo, y teniendo en cuenta dicha declaración, nos duele la imprudencia en la que incurrió este hermano nuestro y cuya propagación mediática, no exenta de interpretaciones tendenciosas, creó desconcierto en muchos fieles.
2. Es oportuno recordar las palabras de Juan Pablo II sobre la virtud de la prudencia: “No es prudente, como se pretende con frecuencia, el que sabe situarse en la vida y sacar de ella el mayor provecho, sino el que sabe construir su vida según la voz de la recta conciencia y según la exigencias de la justa moral”. Y esto vale para todas las personas, y muy especialmente para aquellas fueron llamadas a ejercer una función pública, tanto en el orden civil como eclesiástico.
3.A la persona que le fue conferida alguna autoridad, debe saber que tanto su vida privada como pública, adquiere un carácter ejemplar y modélico y que, por consiguiente, su conducta influye para bien o para mal en la sociedad.
4.Y por último, que la coherencia en la vida personal es un don de Dios y que debemos pedirlo con humildad, sobre todo para aquellas personas que desempeñan responsabilidades de autoridad en la sociedad.
3.A la persona que le fue conferida alguna autoridad, debe saber que tanto su vida privada como pública, adquiere un carácter ejemplar y modélico y que, por consiguiente, su conducta influye para bien o para mal en la sociedad.
4.Y por último, que la coherencia en la vida personal es un don de Dios y que debemos pedirlo con humildad, sobre todo para aquellas personas que desempeñan responsabilidades de autoridad en la sociedad.
Mons. Hugo N. Santiago
Obispo de Santo Tomé
Mons. Ricardo O. Faifer
Obispo de Goya
Mons. Andrés Stanovnik
Arzobispo de Corrientes
Jueves, 21 de junio de 2012
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