El Papa Benedicto XVI señaló esta mañana que al participar de la oración de la liturgia "hacemos nuestra la lengua de la madre Iglesia, aprendemos a hablar en ella y por ella. Naturalmente, esto ocurre de forma gradual, poco a poco.
Debo sumergirme, progresivamente, en las palabras de la Iglesia, con mi oración, con mi vida, con mis sufrimientos, mi alegría y mis pensamientos. Es un camino que nos transforma".
Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para la habitual audiencia general de los miércoles, el Santo Padre señaló en español que "al preguntarnos por el puesto que tiene la oración litúrgica en nuestra vida, debemos recordar ante todo que la oración es la relación viva y filial con Dios; es estar habitualmente en presencia suya".
"Y esto es posible por el bautismo que nos une a Cristo, ya que sólo en Cristo podemos hablar con Dios como un hijo con su padre. Así, la oración es mirar constantemente a Cristo, hablar, estar y actuar con él. Pero a Cristo lo descubrimos como persona viva en la Iglesia. Ella es su cuerpo".
Siguiendo su síntesis en castellano, el Papa dijo que "en la liturgia de la Iglesia aprendemos a no rezar de modo individualista, sino que debemos entrar en el nosotros de la Iglesia que reza. Además, la liturgia no es el recuerdo de eventos pasados, sino la presencia viva del misterio pascual de Cristo, por encima del tiempo y el espacio".
La liturgia, precisó Benedicto XVI "no es obra nuestra, sino acción de Dios en nosotros y con nosotros. Es obra suya, él es el sujeto, y a nosotros toca abrirnos y dejarnos guiar por él, y por su cuerpo que es la Iglesia".
En la catequesis en italiano, el Papa recordó que la oración es "mirar constantemente y de forma siempre nueva a Cristo" y a Él "lo descubrimos y lo conocemos como persona viva en la Iglesia. Ella es su cuerpo (...) El lazo inseparable entre Cristo y la Iglesia, a través de la fuerza unificadora del amor, no anula el 'tu' y el 'yo'; al contrario, lo eleva a una unidad más profunda (...) Rezar significa elevarse a la altura de Dios, mediante una transformación gradual y necesaria de nuestro ser".
La cuestión de "cómo rezamos" se esclarece siguiendo el Padre nuestro, la oración que nos enseñó Jesús. "Vemos que la primera palabra es 'Padre' y la segunda 'nuestro'. La respuesta está clara. Aprendo a rezar, alimento mi oración, dirigiéndome a Dios como Padre y rezando con otros, rezando con la Iglesia, aceptando el don de sus palabras que, poco a poco, se me hacen familiares y ricas de sentido".
El Santo Padre resaltó luego que "el diálogo que Dios establece con cada uno de nosotros y nosotros con Él, en la oración incluye siempre un 'con'; no se puede rezar de forma individualista. En la oración litúrgica, sobre todo en la Eucaristía (...), en cada oración, no hablamos sólo como personas al singular, sino que entramos en el 'nosotros' de la Iglesia que reza".
La liturgia, pues, "no es una especie de 'auto-manifestación' de una comunidad: (...) es entrar en la comunidad viva en la que Dios mismo nos nutre. Implica universalidad" y "es importante que cada uno de los cristianos se sienta y esté realmente insertado en este 'nosotros' universal que constituye el fundamento y el refugio del 'yo', en el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia".
"No es el individuo –sacerdote o fiel– o el grupo el que celebra la liturgia; ésta es, en primer lugar, la acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su historia, su rica tradición y su creatividad. Esta universalidad y apertura fundamental, que es propia de toda liturgia, es una de la razones por las que no puede ser ideada o modificada por una comunidad particular o por los expertos, sino que debe ser fiel a las formas de la Iglesia universal".
La Iglesia se hace plenamente visible en la liturgia "el acto en que creemos que Dios entra en nuestra realidad y nosotros lo podemos encontrar. Es el acto en que (...) El viene a nosotros y nos ilumina", concluyó el Papa.
En español el Santo Padre exhortó a pedirle al Señor "que sepamos vivir cada día la liturgia, especialmente la eucaristía, como acción de Dios en nosotros, y sintiéndonos parte de la Iglesia viva.
Muchas gracias".
Benedicto XVI hizo luego un especial llamado para rezar por su próximo viaje al Santuario de Loreto en Italia, y pidió oraciones por el Año de la Fe, el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización.
"Que la Virgen Santa acompañe a la Iglesia en su misión de anunciar el evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo", exhortó.
VATICANO, 03 Oct. 12 / 10:02 am (ACI/EWTN Noticias).-
Etiquetas: Benedicto XVI, audiencia general
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