El Pontífice en el Ángelus recuerda que el misterio de la Navidad es dar la vida por los demás, como San Esteban, el primer mártir de la Iglesia
El Papa Francisco, en el Ángelus del 26 de diciembre, recordó a los seguidores de Cristo discriminados por su fe, observando que la liturgia del día recuerda el testimonio de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia.
“Pensar, sentir y vivir como cristianos…Le pedimos a San Esteban la gracia de la coherencia cristiana”, dijo desde la ventana del estudio apostólico frente a la Plaza de San Pedro.
El Pontífice pidió a los fieles que oren por los cristianos discriminados. “Yo le diría a cada uno de ellos: si ustedes llevan esta cruz con amor, ustedes han entrado en el misterio de la Navidad, se encuentran en el corazón de Cristo y de la Iglesia”.
Asimismo, pidió rezar también porque “gracias al sacrificio de estos mártires de hoy, se fortalece en cada parte del mundo el compromiso para reconocer y lograr la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de toda persona humana”.
El Papa aseguró que el misterio de la Navidad es dar la vida por los demás. San Esteban “con su martirio honra la venida al mundo del Rey de reyes, ofreciéndole el don de su propia vida. Y así nos muestra cómo vivir plenamente el misterio de la Navidad”.
El evangelio –subrayó el Pontífice- habla de las dificultades que deben enfrentar los discípulos de Jesús- "Y seréis odiados por todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mt 10:22).
“Estas palabras del Señor –explicó- no arruinan la celebración de la Navidad, pero la desvisten de esa falsa capa empalagosa que no es suya. Entendemos que en las pruebas que aceptamos en la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida, para aceptar realmente a Jesús en nuestra vida y prolongar la alegría de la Noche Santa”.
Se trata de dar testimonio de “Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir en contra de la corriente. Y si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su sangre, para todo cristiano, sin embargo, se requiere que sea coherente en todo momento con la fe que profesa”.
El camino que lleva a Jesús es exigente, aclaró el Papa, pero “los que siguen el camino con fidelidad y valor reciben el regalo prometido por el Señor a los hombres y mujeres de buena voluntad”.
En efecto, “en Belén los ángeles anuncian a los pastores: "En la tierra paz entre los hombres que Dios ama" (Lc 2,14). Esta paz dada por Dios es capaz de calmar la conciencia de los que, a través de las pruebas de la vida, están dispuestos a aceptar la Palabra de Dios y tratar de observarlo con perseverancia hasta el final (cf. Mt 10:22)”.
Después del ángelus, el Obispo de Roma renovó sus saludos de Navidad a todos los fieles junto sus mejores deseos de paz para “las familias, parroquias y comunidades religiosas, movimientos y asociaciones”.
Por último, como suele hacer dijo: "¡Felices fiestas y buena comida! Adiós" y se oyó una exclamación de la multitud: "¡Felicidades!"
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